El Círculo del Odio y el Círculo del Amor
Cuentan que un importante señor gritó al director de su empresa, porque estaba enfadado en ese momento.
El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que
estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la
mesa.
Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato.
La empleada dio una patada al perro porque la hizo tropezar.
El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la acera,
porque le cerraba el paso. Esa señora fue al hospital para ponerse la
vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le
dolió la vacuna al ser aplicada.
El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado.
Su madre, tolerante y un manantial de amor y perdón, acarició sus
cabellos diciéndole: - "Hijo querido, prometo que mañana haré tu comida
favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas una buena noche de
sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y
perfumadas, para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor".
Bendijo a su hijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus
pensamientos...
En ese momento, se interrumpió el círculo del
odio, porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor.
Si tú eres de los que ingresaron en un círculo del odio, acuérdate que
puedes romperlo con tolerancia, dulzura, perdón y amor. No caigamos en
el círculo del odio pensando que es imposible encontrar amor: la manera
más rápida de recibir amor es darlo, hay más alegría en dar que en
recibir.
El amor lo perdemos cuando lo queremos para nosotros,
es como el fuego que cuando lo extendemos nos acaricia con su calor; el
amor tiene alas y no hay que encadenarlo. El amor es el don más preciado
que Dios nos ha regalado, y que nos da la oportunidad de regalar.
Además, cuanto más se da más nos queda porque se agranda nuestro corazón
al amar, ahí está el secreto del amor.
De nada tiene necesidad
este mundo como del amor. Leía hace poco algo que nos viene muy bien
para permanecer en el círculo del amor, y no caer en el del odio: el
amor alienta, el odio abate; el amor sonríe, el odio gruñe; el amor
atrae, el odio rechaza; el amor confía, el odio sospecha; el amor
enternece, el odio enardece; el amor canta, el odio espanta; el amor
tranquiliza, el odio altera; el amor guarda silencio, el odio vocifera;
el amor edifica, el odio destruye; el amor siembra, el odio arranca; el
amor espera, el odio desespera; el amor consuela, el odio exaspera; el
amor suaviza, el odio irrita; el amor aclara, el odio confunde; el amor
perdona, el odio intriga; el amor vivifica, el odio mata; el amor es
dulce; el odio es amargo; el amor es pacífico; el odio es explosivo; el
amor es veraz, el odio es mentiroso; el amor es luminoso, el odio es
tenebroso; el amor es humilde, el odio es altanero; el amor es sumiso,
el odio es jactancioso; el amor es manso, el odio es belicoso; el amor
es espiritual, el odio es carnal. El amor es sublime, el odio es triste.
El amor todo lo puede... No hay dificultad por muy grande que sea, que
el amor no lo supere. No hay enfermedad por muy grave que sea, que el
amor no la sane. No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no
la abra. No hay distancias por extremas que sean, que el amor no las
acorte tendiendo puentes sobre ellas. No hay muro por muy alto que sea,
que el amor no lo derrumbe. No hay pecado por muy grave que sea, que el
amor no lo redima. No importa cuan serio sea un problema, cuan
desesperada una situación, cuan grande un error, el amor tiene poder
para superar todo esto. Quien es capaz de experimentar realmente el
amor, puede ser la persona más feliz y más poderosa del mundo. Amar...
Siempre... En cada acto, en cada pensamiento, en cada día que amanece,
en cada noche que llega, hacer de la vida siempre una canción de amor...
San Josemaría Escrivá, un hombre que sabía amar, decía con sencillez
que no tenía que aprender a perdonar, porque el Señor le había enseñado a
querer. El mensaje que Dios proclamó con su vida es esto, hacerlo todo
por amor.
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